viernes, 14 de enero de 2011

MANDAMIENTOS PARA TODOS

Daniel Berrigan, famoso jesuita americano, activista por la paz, escribió hace mucho tiempo un librito titulado “Mandamientos para un Largo Camino”. El librito pretendía ser sustento espiritual, alimento reconfortante para los que caminan por la larga y solitaria ruta de la fe y que con frecuencia se encuentran desalentados y se quedan sin gas. Berrigan no ofrece un arreglo rápido, una varita mágica, sino que indica la dirección correcta por la que habríamos de caminar y por la que, en coyunturas clave, podemos encontrar el alimento de Dios para el camino. Al comenzar el nuevo año 2011, llenos de esperanza y de nuevos propósitos, he aquí diez mandamientos que pudieran servirnos oportunamente mientras caminamos por el largo trayecto de la vida. En esta mañana, elige sólo uno, a lo sumo dos, y detente a releerlo, a orarlo, a hablar con el Padre sobre lo que te sugiere…
  • Reconoce tu impotencia. Eres una creatura, no el creador. Tú no eres Dios, sino creatura. Solamente Dios es un ser autosuficiente en sí mismo. Como todas las creaturas, tú eres dependiente. La vida funciona cuando reconoces esto, cuando aceptas que no puedes darte vida a ti mismo. Todo es don. El vivir como-Dios-manda comienza con las palabras: “¡Yo no soy Dios!”
  • Ora: oración de impotencia, gratitud y alabanza. ¡Ora siempre! También, ora formalmente cada día. Gracias a tu bautismo, tú eres sacerdote. Ora como sacerdote: Alza y ofrece el mundo a Dios cada día. Alza y ofrece tanto sus maravillas como sus penas. Ora con gratitud, dando gracias a Dios, no sólo “por esto o por aquello concreto”, sino por la vida misma, por la luz, por esta nuestra madre-tierra, por los que te aman.
  • Ora desde tu debilidad y desamparo: “Señor, abrázate a mí, para que no me aleje de ti. Haz por mí lo que no puedo hacer por mí mismo”. Acoge con agrado y acepta el momento actual. Vida es lo que te sucede mientras estás planificando tu vida. No permitas que los negocios, los placeres y angustias de la vida te roben el momento presente. Sólo ese momento es el real. Empápate de él, con todo lo que lleva consigo.
  • Acepta tus limitaciones. Tienes permiso, tanto de Dios como de la naturaleza, para no ser perfecto. No seas demasiado duro contigo mismo, ni, especialmente, con los demás. Dios te quiere como eres…
  • Bendice todo lo bello y  bueno. Bendice lo que hay de bueno en el mundo. Todo lo bueno y bello tiene a Dios por autor.
  • Hazte amigo de los que te quieren… En la vida hay solamente dos tragedias posibles: Pasar la vida sin amar nunca, y pasar la vida sin expresar amor y afecto a los que nos aman. Tenemos que mejorar nuestra amistad con nuestros amigos; tenemos que expresarles con agrado nuestro afecto, nuestro aprecio ...
  • Sé siempre agradecido/a. Da gracias a los que te aman, precisamente por amarte. Di “gracias” constantemente.
  • Sé escandalosamente “Católico” y desinhibido. Disfruta de la bondad de la vida. Tenemos permiso divino para ser felices. Jesús escandalizó a cierta gente por su capacidad de gozar de la vida.
  • Hazte amigo de tu mortalidad… La muerte nos llega a todos. Hazte amigo del proceso de envejecimiento, de las arrugas, de las canas, de un cuerpo que dejó ya de ser joven. Acepta, suelta amarras, llora por alguien, sigue adelante. Bendice a los jóvenes. Comparte tu sabiduría con ellos.
  • Hazte amigo de tu Dios… El evangelio es más “buena noticia” que buenos consejos; esa “Buena Noticia” nos dice hasta qué punto nos ama Dios, lo que Dios ha hecho ya por nosotros. Dios está tan orgulloso de nosotros como lo está cualquier madre de sus hijos. La paz irrumpe en nosotros cuando podemos gozar de ese favor. Hazte amigo del Dios de amor y del Dios de la resurrección, del Dios que está totalmente relajado, cuyo rostro brilla y sonríe como una maravillosa sinfonía, cuyo poder para resucitar a los muertos de la tumba nos asegura que al fin todo irá bien y que cada forma de ser irá bien también. Hazte amigo del Dios que nos dice 365 veces en la Escritura que no tengamos miedo. Camina con esa confianza.